Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA)
— A través de la presente reseña, conoceremos mas sobre un movimiento
religioso radicalmente intransigente, basado en la intolerancia y que se
declara frontalmente incompatible con los principios democráticos, de
cómo se gestó al abrigo de la familia de los saud y cómo ha terminado
por convertirse en referente y potenciador de una de las versiones mas
controvertidas del Islam.
Introducción: Reflexiones iniciales sobre Arabia y su religión
"¿Se
imagina usted que la denominación oficial de España fuera España de los
Borbones? Pues Arabia Saudí es el único país del mundo cuyo topónimo
oficial va acompañado del nombre de la familia reinante. La saga de los
Saud fue institucionalizada hace 240 años por el jeque Muhamad Ibn Saúd,
que convirtió en ley fundamental de su señorío feudal el catecismo de
los wahabitas, una secta fundamentalista sunní creada por Muhamad Ibn
al-Wahab, coetáneo de Ibn Saud. El monarca saudí es, por tanto, el
guardián del wahabismo, aparte de dirigir una familia reinante compuesta
por unas 3.000 personas, entre las que figuran cientos de jeques y
decenas de príncipes."
De
este modo tan demoledor comienza Félix Soria su análisis de la Arabia
Saudí actual; un estado cuya doctrina dominante a pesar de ser tan
puesta en cuestión en diversos círculos intelectuales, es pasada de
largo cuando llega al ámbito político a pesar de ser el soporte
intelectual del extremismo islámico en cuya cúspide se eleva la misma
Al-Qaeda.
Stephen Schwartz, uno de los expertos mas reputados a la hora de rastrear este tipo de doctrinas, señala asimismo:
"Los musulmanes sunníes moderados pueden ser reconocidos en persona
planteando una cuestión simple: "¿Qué piensa del wahabismo, la secta
estatal islámica de Arabia Saudí?" Cada musulmán del mundo conoce el
wahabismo, y sabe que está encarnado por al-Qaida. Si a un musulmán
sunní se le pregunta acerca del wahabismo y responde que es una doctrina
controvertida y radical que provoca muchos problemas a causa del dinero
saudí, el que responde probablemente sea moderado. Denunciar a los
saudíes por sí no es suficiente; los radicales critican a la monarquía
saudí por implementar de manera insuficiente los principios wahabíes. La
causa raíz del terror sunní es el wahabismo,.."
En
1966, el Gran Sheik de Al-Alzahar, primera autoridad religiosa de
Egipto se planteo: "¿Cómo pudo ocurrir que una persona que mata mujeres,
niños, ancianos y personas inocentes en general, pueda ser llamado
mártir?. Es increíble, en realidad, las creencias se han vuelto
herramientas efectivas de aquellos interesados mantener el poder
secular."
Resultaría harto complicado pretenderse
imparcial o darse visos de cierta "cientificidad" a la hora de opinar
sobre una doctrina como esta, tratar de justificar el silencio y
condescendencia de buena parte de la comunidad internacional hacia la
doctrina que arropa y difunde el estado saudí, o pretender hablar de Al
qaeda obviando el papel del régimen autoritario de los saud. Es por ello
fundamental que consideremos la importancia de tratar de uno de los
referentes ideológicos que a pesar de una forma de entender el mundo
apenas resulta cuestionado en ningún estamento internacional, los mismos
que se declaran inflexibles en otras cuestiones.
Los
wahabíes sostienen que la sharia (preceptos religiosos musulmanes) debe
tener rango de ley civil y que las constituciones de los países árabes
tienen que aplicar esos principios. La sharia de los wahabitas, es
singularmente involucionista porque, al contrario que la sharia de
general aplicación entre los sunníes, prescribe que las únicas leyes
válidas son las extraídas del Corán y de los seis libros de hadices (la
sunna), los que exponen las sentencias y opiniones atribuidas a Mahoma y
a sus primeros discípulos, con lo que deslegitima cualquier norma o ley
posterior y ancla su legislación en el medioevo.
Arabia
Saudí es, en la actualidad, un estado de orden absolutista en el que la
familia del monarca, que usualmente ha ocupado la función de primer
ministro cuando este ha existido, acumula todos los cargos de un
"gobierno" que, como hemos señalado, se dirige por la ley islámica,
basado en la sharia, que ni siquiera dispuso de Constitución escrita
hasta marzo de 1992, cuando el rey Fahd establece la Maylis as-Shura
(Asamblea Consultiva), cuyos noventa miembros son designados de
cualquier modo por el propio monarca.
Un País de Contradicciones
Arabia
Saudí, es un país con algo mas de 26 millones de habitantes que gozan
de un IDH (Índice de Desarrollo Humano) bastante elevado, 0,812 y ocupa
el lugar 27 en la escala mundial de PIB por habitante. En el existe una
asistencia médica general de buena calidad con una tasa de mortalidad de
sólo 2,55 muertes por 1.000 personas. Este cúmulo de datos podría
llevarnos a pensar que se trata de un estado avanzado y próspero, con
grandes infraestructuras públicas y abastecimientos en el que la propia
familia real hace pública una constante ostentación de riqueza. Sin
embargo, al poco de pasar del análisis económico, podemos ver como
existe el tremendo contrapunto de tratarse de un país en el que rige la
ley islámica, prácticamente sin otro tipo de reglamentación, en el que
la mitad de la población carece de derechos; donde no existe libertad de
prensa, religiosa, ni prácticamente representación democrática que no
este controlada por los saud.
El régimen legal del
estado saudí ha sido una constante fuente de incertidumbres y una pugna
por establecer cierta lógica dentro de una legislación netamente
religiosa. Ya en 1954 se establece un relativo cuerpo legal
complementario, sobre todo ante la necesidad de establecer
reglamentaciones, que lleva a formar en 1962, lo que se conoce como
Tribunal de Revisión, formado por clérigos que auditan toda cuestión
reglamentaria que escape a la interpretación coránica promovida por el
Ulama mayor, reluctante por definición a cualquier cambio y que
determinará la prevalencia religiosa en caso de conflicto. Como
señalamos, las primeras reglamentaciones de los 50, hacían referencia al
sector petrolífero, necesitado de un marco de referencia para el
comercio con el extranjero, aduanas e impuestos. Pronto se haría
necesario establecer códigos de circulación y otros elementos de
organización social en los que la religión difícilmente podría dar
respuesta, no sin la constante fricción con el ulama que siempre hace
prevalecer la sharia hasta el extremo en el que nunca ha existido
ministerio de justicia desde que en 1953 se estableciera el primer
consejo de ministros.
La educación ha sido otro
frente en el que el wahabismo ha sabido prevalecer, con la formación de
escuelas coránicas y universidades propias que impidieran que las élites
tuvieran que formarse en países no creyentes. La universidad de Medina
pasará a ser centro de formación en el que el 75% de sus estudiantes
vendrán desde fuera de la propia Arabia.
Asimismo,
como veremos mas adelante, el papel de liderazgo en la Liga Árabe y la
propia formación de la Asamblea de la Juventud Musulmana desde 1972,
llevará a extender el ideario wahabí y de autores como Qutb o Mawdudi a
través de las madrasas financiadas por estos para combatir tanto la ola
de nacionalismo secular árabe en esos momentos en auge, como al sufismo.
La
radio, televisión y prensa escrita han sido, como es de suponer
férreamente controladas. La primera emisora de radio comenzaría en 1948 y
hasta 1963 no se podría oír la primera voz femenina, tras controvertida
revisión del ulama y el apoyo directo del príncipe Faisal. En 1965
comenzarían las primeras emisiones televisivas con términos parecidos en
los que se persiguió, con duras polémicas, cualquier situación en la
que aparecieran mujeres y hombres en cualquier situación "romántica",
como demostraría el ataque a la emisora por un grupo encabezado por el
propio príncipe Musaid, uno de los nietos del rey Abd Al Aziz. Durante
el reinado de Faisal, se reservaría una gran parte del tiempo de emisión
a programas religiosos directamente controlados por el clero y
comenzaría la producción de programas y series de países árabes, como
manera de hacer frente tanto al alcance que la difusión de la radio y
televisión de Nasser tenía en ese momento como a los medios de masas
occidentales.
Los orígenes
La
doctrina del wahabismo, en la forma en el que lo conocemos actualmente
en lo que hoy es el territorio de Arabia Saudita, fue introducida por
Muhammad ibn Abd al Wahhab (1703-1792), un clérigo árabe de la rama
islámica sunní, predominante en la Península Arábiga que plantea un
movimiento que pronto se ligará por un lado al generalizado sentimiento
contrario a los turcos como hacia otras interpretaciones de la religión.
Su auge se debe tanto a la pronta relación con la dinastía Al-Saud y al
apoyo mutuo que se brindaron, como al carácter férreo de su aplicación
doctrinal.
Basándose en la obra de Ibn Taymiyya,
las predicas de Wahhab en su localidad natal, Najd, no serían bien
recibidas entre una población mayoritariamente sunní, cuya
interpretación religiosa es, en principio, mas abierta, al darle
importancia no solo a los dichos reseñados en el Corán sino a la a la
Sunna, colección de dichos y hechos atribuidos al Profeta Muhammad (Bpd)
y transmitidos en forma oral, con lo supone una interpretación menos
restrictiva y mas capacitadora para adaptarse a los tiempos. Las ideas
de Ibn Taymiyya ya resultaban controvertidas en su tiempo, dado que
afirmaba que ciertos pueblos que se auto denominaban como musulmanes,
como por ejemplo los mongoles, conquistadores del califato abásida, eran
en realidad no creyentes, y que los musulmanes ortodoxos debían
conducir la "yihad" contra ellos.
Su prédica
inicial llegará al extremos de que incluso sus propios padre y hermano,
clérigos ambos, llegarían a repudiarle ante las muestras cada vez
mayores de intolerancia y enfrentamiento, que finalmente le conduciría
al exilio.
Tras su expulsión, Wahhab marcha a
Diriya donde conoce a Muhammad bin Saud, jefe local. Pronto se
establecería una auténtica simbiosis entre estos ambos, con la nueva
doctrina del "Wahabismo" como corpus ideológico central, Wahhab auto
denominado "Juez" y Muhammad ibn Saud como nuevo "Emir", cimentando las
bases de la actual monarquía Saudí al establecer como ley que solamente
sus descendientes pudieran sucederle. Asimismo, la justificación
religiosa de restaurar la pureza del Islam le sirve como impulso
definitivo para la conquista del resto Arabia. A partir de este momento,
resultará imposible establecer una disociación entre wahabismo y los
Saud; entre la propia historia de esta "Arabia Saudi" y su religión
dominante.
Entre las primeras críticas a esta
versión del Islam, destacaremos la de Ayub Sabri Pasha , contralmirante
en tiempos del XXXIV sultán Otomano, 'Abdel Hamid Jan II (1258-1336
(1842-1890)), que escribiría un libro en el que criticó el Wahabismo con
todo detalle desde la óptica musulmana y atendiendo a los peligros que
el proselitismo de esa doctrina suponía, cargando especialmente las
tintas en lo regresivo de sus preceptos, la forma en la que entienden el
concepto de la jihad (guerra Santa) y la "literalidad" con la que se
interpretan los preceptos coránicos. Como advertencia a los practicantes
de la tradición sunní, como señalamos mayoritarios en la península
arábiga. Este texto esclarece el potencial que la nueva secta es capaz
de tener, en una de las primeras grandes controversias, interesada por
otra parte al ser aun el imperio otomano la potencia dominante en la
región.
Expansión militar
La historia de Arabia
pasaría durante los años siguientes al establecimiento de la monarquía
saudí por periodos azarosos en los que las diferentes potencias
regionales y las oligarquías locales confrontarían permanentemente. Así
las fronteras de sus dominios y ciudades bajo su poder permanecerán en
disputa prácticamente hasta nuestros días, como serán los casos de
límite con Omán (disputada hasta 2001) o con Emiratos Árabes Unidos,
pasando por los repartos de zonas neutrales con Kuwait, Irak o Siria.
Conflictos
como el ataque a la ciudad iraquí de Karbala en 1801, con el saqueo de
los lugares sagrados para los shiíes, o la conquista en 1803 de La Meca y
Medina, supondrían los primeros pasos en su expediente de limpieza
religiosa, con la persecución y destrucción de mezquitas Shiíes.
Pronto
los turcos otomanos reaccionarían aliándose con Mohammed Ali Pasha para
retomar La Meca y Medina en 1817 y actuando directamente al siguiente
año para conquistar Najd y la capital saudita de Diriya, capturando al
emir Abdullah bin Saud, que sería llevado a Estambul, junto con sus
colaboradores más inmediatos para ser decapitados.
A
pesar de estas medidas los otomanos no acabaron con el wahabismo en la
región de Najd, donde se formaría el emirato del mismo nombre, con Riyad
como capital. Esto supondría las bases de la vuelta al poder de los
saud en la zona a partir de 1824; que mantendrían hasta 1899, cuando
fueran nuevamente derrotados por el emir Mohammed ibn Rasheed, de la
dinastía de los rachidis, de nuevo con asistencia turca, expulsando a
Abd al-Raman ibn Saud, que debió exilarse en Kuwait.
Entretanto,
las provincias de Hiyaz y Asir, sobre el mar Rojo, permanecerían en
poder de los otomanos, aunque contando con una razonable autonomía,
debido al prestigio religioso de los jerifes de La Meca, que se decían
descendientes de Mahoma.
En 1902, Abd al-Aziz,
hijo de Abd al-Raman ibn Saud, nuevamente con apoyo wahabita, organizó
una cofradía religioso-militar, la Ijwan, en la que consiguió encuadrar
cerca de 50 mil beduinos para invadir Najd. Doce años después los saud
derrotaron a los rachidis y anexaron la región de Al-Hasa, sobre el
golfo, que estaba bajo dominio directo de los turcos, contra los cuales
las fuerzas de Saud lucharon durante la Primera Guerra Mundial. Al
término de esta, Inglaterra se había conformado como la potencia
dominante en la región y se encontraba en la difícil situación de llevar
a término el compromiso con a Abd al-Aziz ibn Saud, al que, a cambio de
su ayuda contra los turcos, habían garantizado las integridad de un
estado árabe al mimo tiempo que tenían otro acuerdo en similares
condiciones con Hussein ibn Alí, jerife de La Meca, sobre un reino que
abarcaría Palestina, Jordania, Irak y la península arábiga.
Conocedor
de los términos de ambos acuerdos, El emir del Najd creyó que los
ingleses no cumplirían lo prometido a Hussein dado que un estado de
tales dimensiones, con la familia del Profeta al frente y con la
principal ciudad santa del Islam como capital, alteraría cualquier
equilibrio regional tan anhelado por la potencia inglesa. Por ello,
cuando en 1924 Hussein se autoproclamara califa, Abd al-Aziz
aprovecharía para invadir su territorio, pese a la oposición inglesa,
expulsando a los Hachemíes y en enero de 1926 sería proclamado rey del
Hidjaz y sultán de Nadj en la gran mezquita de La Meca. En 1932, el
"reino del Hidjaz, del Najd y sus dependencias" sería formalmente
unificado con el nombre de Arabia Saudita. Esto les daría el control
sobre el Hayy, el peregrinaje anual a los lugares sagrados y la
oportunidad de predicar el wahabismo entre los peregrinos.
A
pesar de ello, el wahabismo no pasaba de ser una corriente menor en el
Islam hasta que en 1938 se descubrieran los yacimientos de petróleo,
momento a partir del que el peso saudí comenzaría a expandirse por todo
el mundo musulmán.
La hegemonía del petróleo
Efectivamente,
a partir de 1930, se permitiría a compañías estadounidenses iniciar
tareas de prospección de petróleo que llevarían a finales de esa década a
convertir al país en el principal productor de petróleo mundial; la
base de todo el modelo de crecimiento del periodo.
En
1945, Arabia Saudí entrará en la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) y en la Liga Árabe. Aparentemente se opuso a la creación del
Estado de Israel, pero tuvo una intervención discreta durante la guerra
de la Liga Árabe contra el Estado judío entre 1948 y 1949. En junio de
1951, Arabia Saudí consintió el uso de la base aérea de Dhahran por
parte de Estados Unidos durante otros cinco años en agradecimiento por
la ayuda técnica prestada por este país y el permiso para la compra de
armas bajo un tratado de asistencia de defensa mutua. En el mes de
diciembre, un nuevo acuerdo con la Arabian-American Oil Company (ARAMCO)
proporcionaba a Arabia Saudí el 50% de los beneficios netos de la
compañía.
A su muerte, ocurrida en 1953,
comenzaría una gestión mucho mas dudosa por parte de su hijo Saud, que
dilapidó las rentas del reino provenientes de la ARAMCO en palacios,
harenes, automóviles lujosos y en los casinos del mediterráneo francés
hasta el extremos de llevar al país de su familia al borde de la
bancarrota, lo que sería una de las justificaciones que sabría emplear
su hermano Faisal, encargado ya de la diplomacia, para forzar su
dimisión y ser nombrado primer ministro primero en 1958. Se inicia, de
este modo, un periodo en que la relación entre ambos hermanos pasa por
diferentes momentos de crisis, como la dimisión del cargo en 1960 tras
una larga disputa entre ambos. En marzo de 1964, sería nombrado regente y
ocho meses más tarde, tras obligar a Saud a abdicar, se convirtió en
rey. Al poco, Faisal aboliría el cargo de primer ministro para
convertirse en gobernante absoluto.
Será
a manos de este cuando el país inicie una auténtica modernización,
recuperándose económicamente, a lo que contribuye sobremanera el
ascendente empuje de los "petrodólares", aunque sin influir esto en el
régimen político, que se consolida en la autocracia apoyada por los
emires provinciales y resto de jefes tribales de un régimen
auténticamente feudal.
El carácter de profundo
arraigo wahabí de este gobernante se manifestaría pronto en la política
internacional, con la militante pugna contra el estado hebreo y
cualquier tentativa occidentalizante. Sin embargo, el peso del mayor
productor de petróleo y su férreo rechazo a la Unión soviética habrían
de posicionarlo convenientemente en la órbita de intereses
estadounidenses. Durante la guerra fría, será precisamente el ateismo
del estado soviético una de las excusas de su alineamiento, frente a
otras tendencias de la liga árabe como las experiencias socializantes de
Nasser en Egipto y el baasismo de Siria e Irak, iniciativas a las que a
la larga tomaría la delantera por el peso en la OPEP y sobre todo por
la creciente influencia dentro de la Liga Árabe, en la que los fondos
saudíes comenzarán a ser dirigidos en programas de construcción de
mezquitas y otras iniciativas en las que el proselitismo wahabita
comienza a trabajar a mayor escala.
En el terreno
interno, la alianza con EE.UU. comenzaría a ser a ser puesta en tela de
juicio ante la evidencia del creciente respaldo de ese país a Israel,
sobre todo a partir de la guerra de 1967, dudas que las declaraciones de
Faisal, que solía decir que su único sueño era poder rezar un día en la
mezquita de Omar, en una Jerusalén liberada, apenas quedaban como
comentario pintoresco frente a la práctica de la "política real", en la
que de demuestra como aliado clave en la política norteamericana en la
región.
Durante la Guerra Árabe-Israelí de 1973,
Faisal apoyó el embargo petrolero a los países que apoyaban a Israel,
con EE.UU. a la cabeza, provocando una brusca escasez de combustibles
que llevaría a la OPEP a cuadriplicar el precio del petróleo en pocos
meses, inaugurando una nueva era en las relaciones internacionales, cada
vez mas ambivalentes frente al mundo occidental al que condenaba
diplomáticamente pero con el que cerraba acuerdos comerciales.
Faisal
fue asesinado en 1975 por un sobrino, al que declararon demente. Lo
sucedería por poco su hermanastro Jalid, que por su estado de salud
seria pronto relevado por su hermano el príncipe Fahd ibn Abdul Asís.
Por
esta época, los ingresos petroleros, que sumaban 500 millones de
dólares al año cuando asumió Faisal en 1964, eran de casi 30 mil
millones a su muerte. Arabia Saudí había transformado su fisonomía de
país con la construcción desde cero de nuevas ciudades, hospitales,
universidades, carreteras. Buena parte de este grueso de capital,
ingresado por la explotación petrolífera, sería invertido en capitales
financieros en bancos occidentales, lo que terminaría por acrecentar el
circulante mundial, responsable en buena parte de las crisis de deuda
externa de los dominados países subdesarrollados en los años 1984-5.
Será
por esta época cuando se comenzaría a gestar la primera ruptura entre
la cultura wahabita y los Saud, una oposición que nuevos grupos
fundamentalistas, surgidos al amparo y con la financiación de estos, que
acusaban de traición al Islam a la familia reinante y que tendría su
primera manifestación, como veremos mas adelante con la toma, en 1979 de
la gran mezquita de la kaaba.
Alianzas Contradictorias
Efectivamente,
una nueva generación de Saudíes formados en Europa o EE.UU. y no en las
escuelas coránicas, estaba copando cargos de importancia y tomando
ciertos modos de vida occidentales, lo que progresivamente irá larbando
una ruptura con las bases teológicas que habían legitimado a la
monarquía Saudí.
La aproximación a EE.UU. será aun
mayor a partir del derrocamiento del Sha de Persia en 1979, con el
ascenso al poder de una fuerza shii a la que ambos estados veían como
una amenaza.
Como hemos señalado, tras la muerte
del rey Khaled, en 1982, asumiría el poder su hermano Fahd, auténtico
arquitecto de la modernización de Arabia Saudita. Un año antes, el
propio Fahd había promovido un plan de paz para el Oriente Medio, con el
apoyo de varios países árabes, la OLP y EE.UU. y que no llegaría a
término por la oposición de Israel. En éste, se proponía la creación de
un Estado palestino con Jerusalén como capital, la retirada israelí de
los territorios ocupados y el desmantelamiento de las colonias judías
implantadas desde 1967.
A pesar del constante
apoyo estadounidense al estado hebreo, Fahd se mostraría como el gran
aliado regional de Washington con la la construcción de bases navales en
Jubail y Jiddah. De cualquier modo, las inversiones y los depósitos
bancarios del reino estaban íntimamente vinculados con el funcionamiento
de la economía estadounidense, en un curioso baile de intereses en el
que terminaban confluyendo tanto el lobby judío como las inversiones
saudíes.
Una de sus primeras tentativas de llevar
adelante una política económica organizada al margen de la exclusiva
fuente de ingresos petrolíferos, ante los primeros indicios de crisis,
como el cierre deficitario de las cuentas de 1084, será el plan
quinquenal 1985-1990, con un éxito desigual y que seguiría vinculando la
economía de este estado, de cualquier modo, a su base petrolífera
aunque ciertamente trata de dirigir sus inversiones en crear ciertas
estructuras económicas propias, marco en el que surgen con mayor vigor
las grandes compañías saudíes que operan hoy en día en el ámbito
internacional.
Durante la guerra entre Irak e Irán
(1980-1990), Arabia Saudí respaldaría financieramente a Irak, ante el
temor de una expansión de la Revolución Islámica iraní sobre el Golfo.
Fahd cambió su título de rey por el de "Guardián de los Lugares
Santos",pero eso no aplacaría la ola de protestas de los peregrinos a La
Meca, indignados por la alianza entre Riyad y Washington y la
mercantilización de los santuarios, hoy rodeados de centros comerciales,
autopistas y otros símbolos de la cultura occidental. En1987, una
marcha de mujeres y mutilados de guerra iraníes en La Meca fue reprimida
a balazos por la policía saudí y cientos de peregrinos murieron. Como
respuesta fueron asaltadas e incendiadas las embajadas de Arabia Saudita
y Kuwait en Teherán. Las relaciones entre ambos países se volvieron
sumamente tensas y no se normalizaron hasta 2000, cuando se firmó un
tratado de cooperación económica.
En marzo de
1992, Fahd promulgará una serie de decretos con la finalidad de
descentralizar el poder político. Esta legislación organizada en 83
artículos, se denominará "El sistema básico de gobierno", estableció,
entre otras disposiciones, un Consejo Asesor, con facultad para evaluar
todos los asuntos de política nacional y la creación del mutawein, o
policía religiosa, cuyo mandato es asegurar la observancia de las
costumbres islámicas.
La hostilidad de una parte
de la población hacia EE.UU. se acentuó y llegó a un punto crítico con
el atentado a la base militar estadounidense en la ciudad puerto de El
Khobar, en junio de 1996, que dejó un saldo de 19 soldados muertos.
Por
razones de salud, Fahd transfirió en 1996 el poder a su hermano
Abdullah Ibn Abdul Aziz al-Saud a quien había confirmado como heredero
del trono cuatro años atrás.
En septiembre de
2002, el príncipe Saud al Faisal, ministro de Asuntos Exteriores saudí,
sugirió que Arabia Saudita permitiría el uso de su territorio para una
eventual acción militar contra Irak solamente si tal acción era
respaldada por una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas. En octubre la frontera entre Arabia Saudita e Irak se abrió
oficialmente por primera vez desde la invasión a Kuwait en 1990.
La
invasión estadounidense a Irak en marzo de 2003 tuvo consecuencias
catastróficas para el equilibrio en toda la zona del Golfo Pérsico y
contribuyó a que se multiplicaran los atentados suicidas en Irak y
también en Arabia Saudita.
A partir de ese
momento, comenzará a ser la propia Arabia Saudi objeto de un terrorismo
cuyo germen teórico no deja de ser ajeno a los propios sujetos de este.
De este modo, en mayo de 2003, la explosión de varios coches bomba,
dejarán como saldo de más de 30 muertos en una zona residencial de
Riyad. En noviembre, otro atentado dejó 17 muertos. La violencia
terrorista continuaría durante 2004 y, en abril, cuando se registró el
primer ataque a un edificio oficial saudí, cuando un coche bomba estalló
frente a la sede del organismo encargado de la Seguridad General del
reino. Un mes después se produjo un enfrentamiento entre agresores
identificados como terroristas y fuerzas oficiales sauditas en la ciudad
portuaria de Yanboa. Una serie de ataques terroristas en Riyadh, por
miembros de la red al-Qaeda en mayo y junio de 2004 continuará la
campaña de desestabilización. La capital del país fue escenario de
violentos ataques contra el Centro Petrolero al-Khobar, la sede de la
Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo, además del
lujoso hotel Oasis Resort, que se suponía una fortaleza hasta el
momento.
El rey Fahd firmaría, tras la muerte del
lider de al-Qaeda en Riyad, Abdul Aziz al-Muqrin, un decreto de amnistía
para los sospechosos de terrorismo que se entregaran a las autoridades
antes del fin de julio de ese mismo año.
En agosto
de 2004, se anunció que Arabia Saudita celebraría elecciones
municipales a principios de noviembre. Las mismas serían el primer paso
hacia una democratización del país, medidas que se han señalado como
parte de la presion estadounidense para legitimar su apoyo
incondicional, aunque se estipulara edad mínima para votar, ni si habría
voto femenino.
Mientras tanto, un ataque contra
el consulado de EEUU en Jeddah, al oeste del país, morirían al menos 7
personas, de los que cuatro eran guardias saudíes que custodiaban la
sede diplomática. En enero de 2005 dos nuevas explosiones por coche
bomba contra el Ministerio del Interior en Riyad, fueron atribuidas a
al-Qaeda.
Sin permitirse la participación de
mujeres, se celebraron en febrero de 2005 las anunciadas elecciones
municipales. A comienzos de agosto, el rey Fahd murió tras una década de
enfermedad, y el príncipe Abdullah, que había estado actuando como
regente durante ese tiempo, prestó juramento como nuevo rey y primer
ministro y designó como príncipe heredero al ministro de defensa.
El
nuevo monarca se enfrenta a un país en el que crece una inesperada
amenaza islamista y con un gasto interno, sobre todo a cargo de la
propia la familia real, económicamente intolerable. Así, después de 12
años de negociaciones, se adheriría a la Organización Mundial de
Comercio.
Entre las últimas noticias reseñables al
respecto, podemos destacar como el El ex-embajador estadounidense en
Irak, Zalmay Khalilzad, denunció en julio de 2007 en su columna del
período New York Times que Arabia Saudita no sólo no estaba haciendo
nada por ayudar a Irak, sino que minaba los esfuerzos que se realizaban
para buscar avances en la compleja situación de aquel país. Agregó
además que Ryad apoyaba a combatientes sunitas y atacantes suicidas,
dándoles paso libre en la frontera con Irak.
Influencias modernas en la división del extremismo de origen wahabi
Entre
los hecho y autores que primero señalaran el punto de ruptura entre el
Wahabismo oficializado por la familia Saud y el actual integrismo
islámico de origen sunní (debemos recordar que no tratamos en este
estudio al sismo) destacaríamos a dos ideólogos cuya influencia es hoy
básica en las escuelas coránicas de esta corriente; Sayyib Qutb y
Mawlana Abu'l A'la Mawdudi, y a los que une el común enemigo de la
cultura occidental.
Para muchos, Qutb es
considerado uno de los principales teóricos del islamismo moderno.
Convencido de que la sociedad occidental estaba enferma de
individualismo, tras vivir un tiempo en EEUU, comenzaría a promulgar a
su regreso a Egipto la necesidad de "limpieza" de la sociedad musulmana
de cualquier influencia occidental para evitar esa misma
"degeneración".De este principio surge la afirmación de que los
regímenes musulmanes contemporáneos eran apostatas, al aplicar las leyes
seculares y el laicas en lugar de la sharia, instituida por Dios.
Uno
de los conceptos centrales de la visión de Qutb es el de jahiliyyah, o
ignorancia barbárica, forma en la que considera a las civilizaciones
occidentales y su concepto de democracia, derecho o el tratamiento a la
mujer. Con estos principios, no es de extrañar que el pensamiento de
Qutb sea considerado como una de las principales influencias
conformadoras de Al-Qaeda, y en especial, de sus líderes, Ayman
al-Zawahiri y Osama bin Laden.
El 30 de agosto de
1965, Nasser acusaría oficialmente a los Hermanos Musulmanes, tras
haberlos ilegalizado en 1954, de haberse reconstituido. Su líder, Sayyib
Qutb, es detenido juzgado y ejecutado por traición el 29 de agosto de
1966. El actual movimiento salafista egipcio es su continuador
clandestino.
Será, sin embargo, Mawlana Abu'l A'la
Mawdudi, el que se considere como proveedor de estructura filosófica
del terrorismo fundamentalista. La traducción y difusión de su obra en
las madrasas construidas bajo los diversos programas de la Liga Árabe
con el dinero y supervisión saudí han sido claves de su éxito. Mawdudi
afirma en sus obras que "la soberanía política pertenece solo a Dios y
por tanto debe ser ejercida en su nombre por ser un gobernante religioso
guiado solamente por la Ley Islámica. En ese Estado no puede haber
espacio para actitudes o creencias occidentales. La decadencia del Islam
ocurrió por la aceptación del secularismo occidental y por tanto debe
ser desarraigado para restablecer la pureza islámica. Cualquiera y todos
los medios deben usarse para salvar al Islam y retornarlo a su lugar
apropiado".
La tradicionalmente reconocida
tolerancia del Islam, queda radicalmente rechazada así como sus críticas
contra la violencia, supuestamente porque la amenaza es muy grande: "La
crueldad contra los no creyentes, los pusilánimes, los musulmanes no
devotos y los inocentes está justificada por la primordial importancia
del objetivo". Los escritos de Mawdudi desafían a las autoridades
tradicionales y da a los terroristas una justificación religiosa que
utilizan con gran oportunidad." Ante la difusión de estos principios
teóricos entre capas de población cuyo único acceso cultural, cuando no
incluso el nutritivo, son este tipo de doctrinas, no resulta demasiado
extraño ciertos resultados actuales.
"La jihad
no es más que otro nombre para la voluntad de hacer reinar el orden de
Dios; por eso el Corán ve en ella la piedra de toque de la fé. En otras
palabras, las personas que tienen la fé anclada en el corazón no cederán
jamás a la dominación de un sistema malo; no dudarán a sacrificar su
vida, en la lucha por establecer el Islam"
El
asesinato del Presidente egipcio Anuar El Sadat en octubre de 1981 a
manos de miembros del grupo Tanzim Al Yihad (Organización del Yihad),
seria uno de sus primeros productos concretos.
Este
teórico, opone la "verdad divina" a la democracia y se destaca por su
polémica contra el sufismo, que considera una practica ilegítima que es
necesario erradicar y que llevará a la simpatía incondicional del Ulama
wahabí de Arabia Saudí, lo que contribuirá favorablemente a la difusión
de su obra.
Otro de los momentos claves en la
gestación de movimientos integristas de parentela wahabita sería, sin
duda, la masiva campaña de reclutamiento jihadista a nivel global ante
la invasión soviética de Afganistán de diciembre de 1979, en el que se
llevaría a término el primer estado contemporáneo, si salvamos algo de
distancia con Arabia, netamente wahabita. En dicha campaña, el apoyo
saudí y la ayuda estadounidense serían claves en la gestación y final
triunfo del movimiento talibán. Junto a esto, la formación de grandes
escuelas coránicas (Madrazas) en Pakistán con el dinero saudí y al
amparo, las mas de las veces, de los programas de la Liga Árabe,
constituirá una fuente de desestabilización regional y ascenso del
integrismo en la zona con el apoyo constante a sus vecinos afganos y en
la disputada región de Cachemira.
Paralelamente,
podemos señalar un proceso que en el que se producen los primeros
indicios de ruptura entre los saud y su religión como sería, el asalto a
la Gran Mezquita de La Meca en noviembre de 1979 perpetrado por un
grupo armado dirigido por Juhayman Al Utaybi, que se produce en las
mismas fechas en que la revolución islámica de los shiies iraníes
derrocan al mayor aliado regional de los estados unidos, como era en
eses momento la monarquía persa del Shah.
Bajo la
acusación de estar vendido a los intereses de los EE.UU. y de permitir
la occidentalización del país, Al Utaybi, se revela contra la familia
real, asaltando la gran mezquita de La Meca, donde se harían fuertes en
los subterráneos y resistirían a lo largo de quince días de asedio
durante los cuales se produjeron disturbios y atentados por todo el
país. La rebelión seria finalmente sofocada con ayuda de tropas
jordanas, Al Utaybi será detenido y luego decapitado en compañía de 68
de sus seguidores.
El conflicto irano-iraquí será
otro caldo de cultivo para entender el actual enfrentamiento de los
grupos extremistas de origen sunni frente a los shiies de irak. La
pretensión iraní de demostrar una unidad con la minoría sunni de su
territorio será mas una forma de excusar su paralela labor de
proselitismo, como se demuestra con los grupos palestinos y su
participación en el conflicto libanés.
Sin
embargo, la gran figura carismática de todo el nuevo movimiento
islamista de la actualidad será, sin duda, la de Osama bin Laden, en la
que se han centrado todos los objetivos sobre todo después de su campaña
terrorista frente a intereses occidentales y las proporciones de
algunos de sus atentados contra población civil en EEUU, España o Gran
Bretaña. Bin Laden es el decimoséptimo hijo, entre más de cincuenta de
Mohammad bin Laden, uno de los empresarios de la construcción más ricos
de Arabia Saudí con intereses internacionales entre los que EEUU y en
concreto la familla Bush no son ajenos. A la muerte de este, el enorme
conglomerado empresarial del Grupo Binladin pasaría a manos de sus
hijos. Estos intereses no serían óbice para que Bin Laden, se uniera a
la campaña internacional de alistamiento en la resistencia Afgana
inmediatamente después de la invasión soviética de 1979.
Así,
el licenciado en Administración de Empresas, Bin Laden, pasaría a ser
entrenado por la CIA, de la que aprendería cómo mover dinero a través de
sociedades fantasmas y paraísos fiscales, preparar explosivos o
utilizar códigos cifrados para comunicarse y ocultarse. Destacable será
también el apoyo económico estadounidense a la guerrilla afgana durante
la siguiente década, que ascenderá a tres mil millones de dólares,
cantidades que irán a parar directamente a los mismos grupos extremistas
que tomarían el poder después de la definitiva retirada soviética de
1989.
A su vuelta, sería recibido como un héroe de
la causa árabe, lo que pronto cambiaría por su crítica ante la
presencia de tropas norteamericanas en Arabia durante la primera guerra
del golfo, llevándole a unas desavenencias con los saud que terminarían
en confrontación y su salida del país en 1994, después de que el
gobierno saudí confiscara su pasaporte tras de acusarlo de subversión.
En este contexto, Bin Laden acusaría al Ulama wahabí, que saldría en
defensa de la familia real, de pertenecer a un régimen apóstata. Toda
una declaración de guerra que supondría la ruptura definitiva con el
movimiento que hasta entonces había tenido como referente al propio
estado saudí y a un wahabismo subordinado a sus intereses y del que
finalmente le germinarían movimientos independientes.
Seguidamente,
Bin Laden huiría a Sudán, donde pronto se le acusa de organizar campos
de entrenamiento terroristas y es asimismo expulsado en 1996. Después
regresaría a Afganistán, donde recibe protección del régimen talibán, la
milicia gobernante. Para 1993 ya había formado el grupo al Qaeda (en
árabe: "la Base"), partiendo precisamente de los militantes musulmanes
formados en Afganistán para extender sus redes en todo el orbe musulmán.
La característica forma de células de estos grupos harán que su
detección y seguimiento sea difícil y que la desarticulación de una de
estas no lleve a mayores estructuras. En 1998 el grupo de Aymán
al-Zawahirí se fusionaría con la organización Al-Qaeda, iniciando un
proceso de confluencia yihadista en el que, teniendo en cuenta la
composición celular y por tanto desestructurada del movimiento, esta
organización pasa a convertirse en el referente de todo el movimiento
salafista mundial.
A partir de ese momento se
iniciará la campaña terrorista mundial con los atentados como los de
coches bomba contra blancos estadounidenses en Arabia Saudí en 1996, el
asesinato de turistas en Egipto en 1997, y los ataques con bomba
simultáneos a las embajadas estadounidenses en Nairobi (Kenia) y en Dar
es Salaam (Tanzania) en 1998, que terminarían con la vida de casi 300
personas. Pronto, contará con estructuras sólidas en Yemen, Libia,
Bosnia, Chechenia y las Filipinas.
La figura de
Bin Laden comienza a tomar un cariz de liderazgo religioso cuando
durante los años 1996 y 1998 comienza a promulgar una serie de fatwas,
declarando la guerra santa contra los Estados Unidos, a los que acusa de
saquear los recursos naturales del mundo musulmán y de ayudar e incitar
a los enemigos del Islam. El contexto enconado de la Palestina ocupada,
su connivencia con Israel y las declaraciones de ciertos elementos
evangelistas, entre los que está suscrito el propio Bush, señalando el
papel sagrado de la presencia judía en "tierra santa", servirán como más
aportes a estas justificaciones.
El propio bin
Laden confirmará que su meta es la de involucrar a los Estados Unidos en
una guerra a gran escala con el mundo musulmán, que terminaría con los
gobiernos musulmanes moderados y restablecería el califato, como
gobierno único mundial de todos los musulmanes. Con este fin, al Qaeda,
con la ayuda de la considerable riqueza de Bin Laden, entrenó y equipó a
terroristas.
Debates y polémicas: Libertades y creencias
Una
de las principales polémicas de las que hemos sido testigos
recientemente ha sido la de las famosas viñetas con las 12 caricaturas,
en las que el profeta del Islam aparece con turbante con forma de bomba,
con espada en la mano o con los ojos vendados, que fueron publicadas el
30 de septiembre de 2005, en el diario danés Jyllands-Posten y con el
título "Los rostros de Mahoma". Volvieron a ser difundidas el 10 de
enero en la revista noruega Magazinet y el efecto ha sido tremendo, en
buena parte por la tendenciosa difusión que medios de la corriente
wahabí han sabido darle a un tema, que en occidente no pasaba de lo
anecdótico. Las reacciones de condena y "disculpa" de ciertos políticos
no hicieron mas que seguirles el juego de provocación ficticia, dado que
para elementos de esta mentalidad es la propia libertad de expresión,
en cualquiera de sus términos, lo que se critica y pretende erradicar en
última instancia.
Otra curiosa polémica, que ha
sabido plantar su "ofensivo contenido" tanto a musulmanes como a
cristianos ha sido las dos imágenes que la artista australiana Priscilla
Bracks, en las que aparecen un virgen María con burka o un Bin Laden
transformado en la efigie de Jesucristo. A pesar de la subsecuente
disculpa por su parte, indicando que no tenía ninguna intención de
causar controversia, que espera que el espectador encuentre algo más
profundo en la imagen que la simple comparación entre el bien y el mal,
las imágenes han dado la vuelta al mundo y han provocado que se empiecen
a localizar las tentativas ideológicas de una religión occidental que
trata de ganar terreno en unos tiempos de crisis ideológica y de
organizaciones sociales, que se declara opuesta al islamismo pero en
unos términos que tampoco son consecuentes con los fundamentos de una
sociedad civil laica sino sobre la oposición practicante de su doctrina.
Podíamos
hacer un seguimiento de los reacciones de occidente ante este auge del
integrismo islámico para ver cómo desde la publicación de "los versos
satánicos" de Salman Rushdie, que encolerizara a Jomeini y le llevara a
promulgar la fatwa contra el, de la que aún debe protegerse, la
subordinación de la defensa de las libertades al equilibrio geopolítico y
comercial se han ido haciendo mas patentes. Uno de los casos mas
vergonzantes sería la tibieza del gobierno holandés ante el asesinato de
Theo van Goth.
Este auge de la religiosidad está
intrínsecamente ligado a la crisis ideológica postmoderna, donde las
únicas organizaciones "sociales" que quedan como referentes son las
grandes corporaciones empresariales y las religiosas. La ausencia de
otros componentes que sirvan de contrapeso está suponiendo un auge de
extremismos de diverso tipo, no podemos dejar de pensar en el
creacionismo remozado en "Diseño inteligente" que está expandiéndose en
EEUU planteando una polémica con la ciencia, en la que trata de imponer
una respetabilidad del plano religioso como forma de imposición
doctrinal. Este ascenso no deja de ser, salvando las evidentes
diferencias, un paralelo con el de los otros extremismos, entre los
cuales parece haber cada vez una mayor retroalimentación argumental.
Como
señalara el propio Theo van Goth, es difícil no ser enemigo de una
doctrina antidemocrática, agresiva y retrógrada. Quizás sea el espíritu
de nuestro tiempo, considerar a las religiones como algo "respetable",
incluso cuando estas tratan de coartar nuestras libertades y llegan a
los límites del absurdo, pero parece que debemos empezar a poner a estas
en su sitio dentro de un estado democrático. La religión, de cualquier
tipo, DEBE acatar, sean cuales sean sus predicados, los derechos
universales reconocidos por las naciones unidas y las libertades
individuales que recoge cada legislación estatal. Salirse de ese marco
significa que estamos tratando con organizaciones a las que hay que
poner en la justa medida de su comportamiento.
Bibliografía
Commins, D. Wahhabi Mission and Saudi Arabia. Londres,Tauris,2006
Schwartz, S. The Two Faces of Islam: The House of Sa'ud from Tradition to Terror. Ontario, Public affairs, 2005
Dawkins, R. El espejismo de Dios. Madrid, Espasa, 2007.
VV.AA. EL estado del Mundo. Akal, Madrid.