TEHERÁN,
Irán. (ABNA) - El objetivo final de ésta estrategia es convencer a la
opinión pública mundial de que Israel es el único país civilizado y
democrático de la región, y que está rodeado de musulmanes
fundamentalistas.
Nagham Salman
Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA)
- En artículos anteriores me he venido refiriendo al proyecto
israelí-estadounidense de crear un Nuevo Oriente Próximo en base a
criterios confesionales y étnicos, que es condición necesaria para
desarrollar la estrategia del “choque de civilizaciones”.
El
objetivo final de ésta estrategia es convencer a la opinión pública
mundial de que Israel es el único país civilizado y democrático de la
región, y que está rodeado de musulmanes fundamentalistas.
De
ésta manera, se consigue dotar de una supuesta legitimidad religiosa a
un “Estado judío rodeado de musulmanes extremistas que pretenden
destruirlo”, conscientes que la ocupación de Palestina nunca podrá
legitimarse políticamente ante la opinión pública mundial, cada vez más
consciente de una de las mayores injusticias históricas del siglo XX y
de la constante represión de la población palestina.
Entre
los instrumentos para conseguir el objetivo mencionado encontramos el
plan secreto para provocar el éxodo progresivo y silenciado de todos los
cristianos de Oriente Próximo, al que ya me referí en uno de mis
artículos anteriores.
No obstante, la táctica en
que se concentran todos los esfuerzos desde hace varios años es la
expansión del wahabismo y la shiafobia.
La secta
wahabí fue fundada por Muhammad Abd al Wahab en el siglo XVIII en la
actual Arabia Saudí. Profesa una versión fundamentalista y excluyente
del Islam y considera herejes, e incluso apóstatas, a todos los
musulmanes que no sigan su rito.
Los wahabitas se
mantuvieron aislados durante casi doscientos años, mientras Oriente
Próximo era un crisol de etnias, religiones y culturas que habían
convivido en paz durante siglos y que incluso bajo la tutela del Imperio
Otomano siguió relativamente vigente.
La
situación cambió drásticamente cuando se descubrieron grandes reservas
de recursos naturales en la Península Arábiga y el Golfo Pérsico a
principios del siglo XX.
Arabia Saudí y Qatar, los
dos países wahabíes más importantes, se han dedicado a financiar desde
hace unos años mezquitas, escuelas alcoránicas e instituciones varias
con el fin de convertir a todos los sunitas del mundo en wahabitas.
Paralelamente,
se ha fomentado la que ha sido denominada chiafobia, la demonización de
los chiitas de todo el mundo, considerados unos apóstatas que dañan al
Islam desde sus orígenes.
Al Qaeda, salafistas,
wahabitas, nasibíes y takfiristas son todos productos derivados del
Wahabismo y la Shiafobia, que son dos caras de la misma moneda.
Recientemente, organizaciones más políticas como los Hermanos
Musulmanes, se han dejado también seducir por la ideología radical a
cambio de millones de petrodólares para fomentar la radicalización en
sus respectivas zonas de influencia.
La primavera
islamista que hemos presenciado durante los últimos meses no hace más
que evidenciar que el objetivo final occidental wahabita está cerca.
Tras años de financiación, los islamistas tienen ya el poder en
Marruecos, Túnez, Libia y Egipto.
El siguiente paso es someter a los chiitas de Oriente próximo, y el wahabismo centra todos sus esfuerzos en satanizarlos.
El
primer paso fue acabar con el Estado multiconfesional laico y baasista
de Irak en 2004, con el objetivo de enfrentar a las diferentes sectas
religiosas. A día de hoy, el balance es catastrófico. Desde 2004,
cientos de atentados terroristas han acabado y siguen acabando con la
vida de miles de personas, en su mayoría shiítas, y siempre en los
lugares sagrados de éstos, con la destrucción de decenas de mezquitas y
oratorios.
Más recientemente, los shiítas saudíes y
de Bahréin han sido y están siendo duramente reprimidos, mientras
ningún medio occidental se hace eco de la situación.
El
conflicto se ha incluso internacionalizado, y lo demuestra el incendio
de un oratorio chií en Bruselas el mes pasado por parte de un extremista
suní, que provocó la muerte de su imán.
Pero el
auténtico campo de batalla se libra ahora en Siria, donde el “Ejército
Sirio Libre” obedece a las consignas de los imanes saudíes que llaman a
la destrucción del régimen “apóstata” alauita. Ante los recientes
fracasos del ejército de yihadistas, la nueva táctica es el terrorismo y
el asesinato selectivo de personalidades alauitas, shiítas y
cristianas. La semana pasada en Damasco, en el barrio shiíta de Sayyida
Zainab (s.a.), unos rebeldes wahabitas asesinaron a “Sayyed Nasser Al
Alawi”, un importante clérigo shiíta, delante de su casa.
Mientras
tanto, los medios occidentales nos siguen manipulando y la opinión
pública occidental ni siquiera sospecha el alto precio que deberá
pagarse para conseguir el sueño occidental-wahabí, ni el gran trauma que
significaría para la Historia de la Humanidad.
Nagham Salman es jefa de proyectos europeos de investigación y analista política especialista en asuntos de Oriente Medio
No hay comentarios:
Publicar un comentario
DEJANOS TU COMENTARIO AQUI.