viernes, 8 de julio de 2011

Puntos de vista del Líder Supremo (las mujeres en la sociedad y la familia)




La posición y el papel de la mujer en la sociedad siempre han estado marcados por altibajos. La historia atestigua que cada vez que ha habido un buen terreno para la aparición de los talentos y capacidades de las mujeres, éstas también han demostrado su presencia y su papel eficaz.

Entre los progresos obtenidos por las mujeres destacan el aumento de los conocimientos espirituales y sociales y la creación de oportunidades para alcanzar grados científicos y perfección espiritual. En los textos y fuentes islámicos, en muchos casos se pone énfasis en la necesidad de adquirir conocimientos como un deber divino para el hombre y la mujer. También el Profeta del Islam (la paz sea con él) siempre insistía en la elevación científica de ambos sexos. Al respecto, el Profeta Mamad exigía a las mujeres, incluida su esposa Hafaseh, que aprendieran a leer y escribir ante un maestro.

La República Islámica de Irán, siguiendo la enseñanzas del Profeta del Islam (la paz sea con él), ha respetado a las mujeres como seres humanos con distintas capacidades revitalizando su dignidad. Este enfoque progresista e integral, ha contribuido a que las mujeres desempañen un papel más activo en la sociedad. Las mujeres musulmanas han presentado al mundo un modelo diferente del papel de la mujer. La crianza de mujeres sabias, élite científica a distintos niveles y esposas y madres resistentes y combatientes, es fruto del enfoque humano de la mujer, proporcionándoles un lecho del crecimiento y elevación.

Desde luego y en opinión del Líder Supremo de la Revolución Islámica, el Ayatolá Jameneí, este movimiento progresista de mujeres conquistando una de las cimas de la perfección, aunque es satisfactorio, no es ideal. En su reunión con las mujeres de élite y sabias, el Ayatolá Jameneí les pidió que abordaran el tema de la mujer separadamente y de forma especializada y científica. En este encuentro que tuvo lugar con motivo del aniversario del nacimiento de la hazrat Fátima, hija del profeta del Islam, el Ayatolá Jameneí calificó la grave situación en que se encuentran las mujeres en Occidente como la “crisis de la mujer” y dijo que al respecto hay dos problemas: uno es el enfoque erróneo de la posición de la mujer en la sociedad, que también ha afectado a las sociedades islámicas, y el segundo problema que es el principal, es la mal interpretación del asunto de la familia y la mala actuación en las conductas internas familiares.

En cuanto a la presencia de la mujer en la sociedad, lo que ha llamado la atención del mundo occidental más que cualquier otra cosa, es la confrontación entre los dos sexos y plantear el conflicto de intereses entre ellos. Este enfoque menos sabio, ha alejado a las mujeres en la sociedad occidental de sus características y delicadezas espirituales y de su posición humana. El Guía Supremo de la Revolución, criticó este doble rasero y dijo: “Han ido creando una inecuación en la que el interesado es el hombre, y la mujer es definida como un ser del que el sexo masculino debe beneficiarse. Por ello, en la cultura occidental, si la mujer quiere sobresalir en la sociedad, tiene que presentar algo de sus atractivos sexuales. Incluso en las ceremonias formales, la mujer debe vestirse de tal manera que guste a la parte interesada y al beneficiario, es decir el hombre.

El Ayatolá Jameneí consideró que las consecuencias de esta inecuación opresiva consisten en el debilitamiento de la base de la familia; el comercio del tráfico de mujeres y muchachas bajo el pretexto de trabajo y matrimonio; el fenómeno de las madres solteras y la privación de la mujer al caluroso ambiente familiar. Todos estos asuntos son considerados por los pensadores occidentales quienes consideran el debilitamiento de la institución familiar como uno de los grandes desafíos que enfrenta el liberalismo democrático dominante en las sociedades occidentales. El teórico estadounidense, Francis Fukuyama, dice al respecto: "Hoy en día, el mayor peligro es el colapso del orden social sobre el que siempre se apoyan las democracias. Me refiero, sobre todo, a la desintegración de la familia".

Pero el hombre y la mujer musulmanes forman la familia con objetivos más allá de satisfacer los deseos sexuales, lo que crea una visión positiva en la mujer, ya que como una fuerza educadora y responsable, recibe cierto respeto y elogio entre los miembros de la familia, procediendo a cumplir sus deberes con satisfacción.

Teniendo en cuenta la posición que ocupa la mujer en la familia, el Ayatolá Jameneí explicó la opinión del Islam sobre este asunto, de la manera siguiente: “La opinión del Islam sobre la familia y la posición de la mujer en la misma es muy clara. El Profeta Mohammad (la paz sea con él) dijo: “la mujer es la jefa del hogar”. También los imames (saludos de Dios a ellos) han dicho: “en la casa, la mujer no es una criada, sino una flor”. Asimismo, hay relatos en los que los imanes han dicho dirigiéndose a los hombres: “el mejor de vosotros es aquel que tenga la mejor conducta hacia su esposa”. .Estos son los puntos de vista del Islam".

El Guía de la Revolución Islámica subrayó que el cumplimiento de lo que pide el Islam en la familia, requiere un respaldo legal y una garantía ejecutiva. Esto no se ha cumplido y ha pasado desapercibido durante años. El Ayatolá Jameneí añadió: "El ambiente familiar debe ser un ambiente seguro, digno y calmado para que la mujer pueda cumplir de la mejor forma posible su deber fundamental de proteger a la familia. Este es uno de los asuntos que debe materializarse”.

En opinión del Islam, la mujer, pese a todas las difíciles condiciones, puede dar pasos según su propia voluntad optando por la prosperidad o la crueldad. Al respecto, el sagrado Corán en la sura “La Prohibición”, las aleyas 10, 11 y 12, pone como ejemplo a las mujeres que pese a todos los obstáculos, eligieron el camino de la salvación, o a las mujeres que emplearon sus capacidades en un camino incorrecto.

El Líder de la Revolución Islámica, evalúa el papel principal de dos mujeres buenas y dos mujeres malas, mencionadas en dichas aleyas, en el marco de la familia y dice: “La bondad o la maldad de estas cuatro mujeres está relacionada con el ambiente familiar. Las dos mujeres malas, la mujer de Noé y la mujer de Lot, traicionaron a estos dos grandes profetas. En tanto, el valor y la importancia de la mujer del Faraón reside en que ella cría al profeta Moisés, llega a tener fe en él y le ayuda. Por eso, Faraón se venga de ella. También María conservó su castidad y virginidad, lo que muestra que en la época de esta virtuosa mujer existían factores amenazadores de la castidad de la mujer, y María pudo combatirlos.

Al final de su reunión con las mujeres sabias y de élite, el Ayatolá Jameneí mencionó el progreso de las féminas en la República Islámica y, con una visión optimista hacia el movimiento de mujeres, les exigió que allanen el camino y remuevan los obstáculos para manifestar sus talentos.

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