El hiyab dice que mi sexualidad es mi propio asunto, no el tuyo
- Autor: Andy Robinson - Fuente: La Vanguardia
El hiyab puede ser una prenda feminista para algunas mujeres
Cuesta imaginarlo si has visto a las estudiantes con sus hiyab multicolores que pululan por el campus de la Universidad de El Cairo o participan en las manifestaciones postrevolucionarios en la Plaza Tahrir. Pero hace 40 años la minifalda era la prenda de rigor para la juventud egipcia.
Para entender esta sorprendente inversión de lo que entendemos en Europa como una evolución hacia la modernidad –de minifalda a velo en vez de al revés- hablé con Leila Ahmed (El Cairo, 1940), catedrática egipcia de Harvard School of Divinity Studies, una de las autoridades mundiales sobre el islam. Su nuevo libro “The quiet revolution” (Yale University Press, 2011) sobre la historia del hiyab (velo) desde el siglo XIX hasta la primavera árabe del 2011, matiza las interpetaciones “occidentales” del polémico pañuelo. He publicado un artículo sobre el fenomeno en la edición impresa de La Vanguardia.
Pero como soy consciente de los obstáculos técnicos y económicos que dificultan el acceso a esa parte de nuestro diario digital, he aquí otra versión.
Para explicar la extraña historia del hiyab, Ahmed sugiere que remontemos más de un siglo atrás a la era de los corsés nada cómodos de la Reina Victoria y la carga kiplingiana del “hombre blanco” en tierras hostiles de Oriente. Cuando el cónsul general británico en Egipto de 1883 a 1907 Lord Cromer llegó a El Cairo con cara de póquer y anunció que el velo, “produce un impacto perjudicial en la población varonil”. Tras los acontentecimientos en el Sudan –con la muerte y decapitación del amigo de Cromer, el General Charles George Gordon en 1885- , hacía falta ponerles pantalones cuanto antes a los levantiscos egipcios y quitar aquel velo de la cabeza de las egipcias.
“Hasta 1900, las mujeres egipcias, fueran musulmanes, cristianas o judías, todas llevaban alguna clase de velo para cubrir el pelo”, me explicó Ahmed en la cafetería del Garden Museum en Lambeth cerca de su residencia provisional en Londres donde promociona su libro. Pero “desde un punto de vista colonial, bien fuera británica en Egipto o francesa en el Magreb hacía falta vestirte como los occidentales para ser civilizada. ¡Las mujeres en el norte de África llevaban demasiada ropa mientras que las mujeres en la África subsahariana no llevaban lo suficiente! El modelo era lo que vestían las mujeres victorianas”, explica. “El hiyab se convirtió en el símbolo de la inferioridad de los países árabes. Pensaban que quitando el hiyab podrían llegar a la altura de civilización aunque los europeos jamás los habrían considerado iguales.
Dados los orígenes coloniales de la occidentalización del vestimento en Egipto no es de extrañar que el hijab volviera con venganza medio siglo después. “El hiyab apareció con el auge del islamismo y se vio cada vez más tras la derrota de Egipto contra Israel en 1967”, dice Ahmed. Los regímenes pro occidentales y laicos en Turquía y Egipto intentaron prohibirlo en los noventa. Pero tuvo un efecto contraproducente. El uso del hiyab se extendió más. En general la presión en favor de ponerte el velo era más social, a veces la elección de la mujer, parte de un rechazo popular a normas o códigos impuestos desde Occidente. Pero también había intimidación violenta. El yihadista Salah Siriyyah amenazó con que “quienes se opone al vestimento islámico merecen ser asesinados”
Bajo una simplista óptica occidenta, la transición de velo a minifalda y minifalda a velo puede parecer un viaje de ida y vuelta desde la edad media a la modernidad . Pero, a partir de mi conversación con Ahmed, pude comprobar que todo es mucho mas complejo en el mundo de moda , identidades y revoluciones de lo que pueda parecer a partir de la lectura de las columnas cuando menos provocadoras de alguna compañera mía en La Vanguardia. La mini falda jamás era un icono de la liberación sexual como podía ser en Europa o EE.UU y el hiyab no es necesariamente el del puritanismo islamista. “La posibilidad de tener relaciones sexuales extramaritales no existe ahora y tampoco existían cuando las egipcias llevaban ropa occidental. No existió nunca”, dice. En tiempos del hiyab moderno, por lo menos “parejas jóvenes salen juntos; eso era imposible hace 40 años cuando no llevábamos hiyab”. Muchas mujeres jóvenes en los países árabes se ponen el hiyab para “acceder a un ámbito social, ver a amigas y amigos; al significar conservadores modales sexuales el hijab les permite salir sin censura”, dice Ahmed.
La historia del feminismo y los derechos de la mujer es compleja también pese a las formulas pactadas en Washington o Tel Aviv. Tras la vuelta del velo en los setenta, “las feministas de los sesenta y setenta estaban furiosos. Mujeres como Nawal el Saadawi que luego sufriría repetidas amenazas de muerte desde grupos islamistas”, dice Ahmed. Al principio parecía minoritario; nadie se imaginaba que 30 años después la mayoría de las mujeres llevarían velo. “Pero también había feministas en el movimiento islamista como Zainab al Ghazali que, tras haber sido activista en el grupo de feminismo occidental, la Unión feminista Egipcia de Huda Sharawi, fundada en 1923, se incorporó al islamismo. Cambió los hermanos musulmanes desde dentro . Y aunque aceptó la idea de que el papel de las mujeres era primordialmente en casa, se dedicó al activismo y divorció a su marido porque no apoyaba sus actividades políticas. Así que es una historia compleja que no conviene simplificar demasiado”.
Ahora , añade, “estamos al inicio de una nueva era en la cual el hiyab empieza a significar muchas cosas”, dice. En las ciudades musulmanas en EEUU y Europa, “es lo que quiere que signifique la mujer, desde islamismo a feminismo”. Una prenda que en Riyad es la imposición violenta de un estado misógino, en Michigan o Marsella ya puede ser el símbolo de autonomía de “una mujer que no quiere ser objeto”, explica. Y en sociedades en plena trasformación política como Egipto o Túnez, la semiología del hiyab se trasforma también. “El hiyab puede ser una prenda de moda con marca de Cristian Dior a un emblema de una religiosidad muy profunda”, dice. Ahdaf Souief, autor del Mapa del amor, me dijo en El Cairo que -en lugar de dejarse intimidar por la legalizacion de los hermanos musulmanes – las mujeres egipcias están liderando la lucha por la democracia en Egipto. La democracia también ofrece posibilidades jamás imaginadas para las tunecinas. Hasta en Arabia Saudí, los vientos del cambio de la primavera árabe pueden llegar a mujeres sometidas a la dura patriarquia saudí
En las comunidades musulmanas en Europa y EE-UU, el hiyab ya parece ser una prenda más. “Preguntar por qué una mujer lleva hijab en EE.UU. es un poco como preguntar por qué lleva vaqueros”, dice Ahmed que desaconseja toda norma que restringe el hiyab o incluso el burka, la prenda que tapa toda la cara. “Si hay cuestiones de seguridad respecto al burka, pues, puede ser lógico poner normas”, dice. “Pero si se dice como en Francia que el burka debería ser prohibido porque es sexista me parece descabellado; hay muchas prendas que son sexistas” El hiyab hasta puede ser una prenda feminista para algunas mujeres. “Al igual que , como en la tradición feminista laica se criticó la tendencia de tratar el cuerpo femenino como objeto”, dice. “Ahora hay mujeres musulmanas en EE.UU. que esgrimen argumentos parecidos. Que rechazan la necesidad de ser esbeltas, sexies. Consideran el hiyab parte de ese rechazo. El hiyab dice que mi sexualidad es mi propio asunto no el tuyo”
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