martes, 13 de diciembre de 2011

Europa es cómplice de la represión yemení


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Entrevista a Tawakkul Karman Premio Nobel de la Paz

fuente:webislam.com

Tawakkul Karman

Está nerviosa. Sus dedos se mueven rápidos sobre el iPad, buscan en la Red, sus ojos devoran la pantalla hasta que logran ver y comprender lo que pasa a miles de kilómetros, en su país. Y lo que pasa en Yemen huele todavía a represión y sangre. "Mirad, las tropas de Saleh bombardearon ayer la ciudad de Taizz" (la segunda del país). "Dicen que están atacando a rebeldes, pero bombardean a civiles", exclama, con voz emocionada y ritmo entrecortado. Es Tawakkul Karman, de 32 años, periodista y premio Nobel de la Paz, la más joven galardonada con el Nobel en la historia y la segunda mujer que recibe esta distinción en el mundo árabe.

Distinguida el pasado octubrepor el jurado de Oslo por su papel en la primavera árabe junto a otras dos mujeres, las liberianas Ellen Johnson Sirleaf y Leymah Gbowee, a Karman la llaman la madre de la revolución y ella no pierde de vista a su débil criatura. "Saleh", continúa Karman, "sigue atacando a la gente que protesta pacíficamente. Allí no hay rebeldes, hay gente que quiere libertad".

Es el comienzo de diciembre. Karman, madre de tres hijos y fundadora de la organización Mujeres periodistas sin cadenas, está de paso por Bruselas invitada por la Federación Internacional de los Derechos Humanos (FIDH), junto a Ezzedine el Asbahi, jefe del Centro de Formación e Información sobre Derechos Humanos de Yemen. El presidente Alí Abdalá Saleh acababa de firmar en Riad, el 23 de noviembre, el plan propuesto por el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) que prevé que abandone el poder después de 33 años de absoluto libero arbitrio. Ha dejado la silla a su vicepresidente, Abd Rabo Mansur Hadi, que ejercerá el poder hasta las elecciones presidenciales del 21 de febrero de 2012. Pero Saleh no ha renunciado sin más: a cambio ha recibido un salvoconducto internacional, la impunidad para él y los que le son más próximos.

Saleh ha prometido irse. Habrá elecciones. ¿Qué está cambiando para Yemen?

— De momento no cambia nada, el régimen sigue con su actitud criminal día tras día, y si esto ocurre también es responsabilidad de la comunidad internacional y de los países del Golfo. Estos países han entregado a Saleh una prórroga, un tiempo extra para poder golpear, atacar y matar sin riesgo de ser juzgado. Saleh es un asesino, lleva 33 años de poder danzando sobre las cabezas de las serpientes, es decir, tomando el pelo a todos. Antes lo hacía dentro, ahora lo hace fuera de Yemen. Los ha engañado y le han concedido más espacio y margen de maniobra: el acuerdo que firmó en noviembre es una estupenda oportunidad para tomarle el pelo a todos. Mientras no se complete el proceso de transición, Saleh seguirá matando y haciendo lo que quiera. Si la sangre corre en Yemen es responsabilidad de la comunidad internacional. Pero tengo la absoluta certeza de que al final el pueblo yemení ganará su batalla.

Los partidos de la oposición a Saleh han aprobado el acuerdo...

— La firma del acuerdo es un error que los políticos no quieren ver. Los manifestantes, los defensores de los derechos humanos, vemos este error y lo denunciamos: hay que eliminar la impunidad, empezando por la creación de una comisión de investigación independiente. No basta con decir que la violencia tiene que terminar tal y como prevé la resolución 2014 del Consejo de Seguridad de la ONU.

¿Qué más piden a la comunidad internacional y, en concreto, a Europa?

— Antes de la iniciativa del Consejo de Cooperación del Golfo, la UE había actuado bien, después se ha perdido. Europa tiene la responsabilidad moral, como paladina de los derechos humanos, de defender a los civiles yemeníes. El Parlamento Europeo y la Alta Representante para la Política Exterior Catherine Ashton tienen que denunciar que la firma del acuerdo es un error, es un acto políticamente engañoso que concede una protección extra al régimen y no a los civiles. Aparte de la comisión de investigación independiente, pedimos a Europa que actúe para que el Consejo de Seguridad de la ONU congele los bienes de Saleh y de su familia, así como que tome medidas concretas para el embargo de armas. El patrimonio familiar del presidente se utiliza para comprar armas, reprimir al pueblo yemení y seguir matando. Además, la comunidad internacional debe llevar a Saleh ante el Tribunal Penal Internacional y presionar para que el Gobierno actúe contra la corrupción (según el informe 2011 de Transparencia Internacional, Yemen está a la cola a nivel mundial en cuanto a transparencia: de 183 países ocupa el puesto 164, es decir, es el decimonoveno país más corrupto).

Europa, aunque con retrasos, ha incluido a toda la familia de Asad y sus generales en una lista negra; lo mismo hizo con Gadafi, ha presionado a los regímenes de Túnez y El Cairo. ¿Por qué cree que no quiere actuar contra Saleh?

— La pregunta es por qué dan la posibilidad a Saleh de matar, por qué no intervienen. No tenemos el petróleo de Libia o Irak, no somos Egipto ni Túnez, no somos estratégicos como Siria, nadie quiere ver lo que pasa en Yemen, somos víctimas de la geografía. Así que en Yemen los civiles mueren dos veces: golpeados por las balas y por el silencio de la comunidad internacional. Veinticinco millones de yemeníes, el 70% de ellos mujeres y niños, están diciendo a Europa que su silencio y su falta de compromiso para juzgar y punir a quien mata equivale a ser cómplice. También Turquía, hiperactiva en el frente sirio, libio y egipcio, no dice nada sobre Yemen. Fui a la Embajada turca en Nueva York, pero no tuve respuestas.

Usted habla de congelar los bienes de Saleh. ¿Dispone de una estimación de cuánto y qué tienen él y su familia en Europa?

— La UE y las demás instituciones internacionales cuentan con más información que nosotros. Tenemos algunos datos básicos sobre activos, patrimonios, cuentas bancarias y depósitos y propiedades en Francia, Alemania, Suiza, Dubai y Bahréin. Pero seguro que hay más. Hemos pedido un listado de los miembros del régimen involucrados en casos de corrupción para que se pueda actuar no solo contra Saleh, sino también contra sus acólitos.

¿Qué ha cambiado en estos meses de revolución en la sociedad civil yemení?

— La sociedad civil está tomando iniciativas importantes no solo para la protección de los ciudadanos sino también para el desarrollo del país. Pedimos justicia, lucha contra la corrupción, reformas económicas... Las ONG están desarrollando un papel crucial y la revolución está creando vínculos, conexiones importantes entre organizaciones, está uniendo a la sociedad yemení entre ella misma. El poder de la juventud crece, el poder de las mujeres aumenta... Esta es la verdadera voz de la gente, la fuerza de la revolución, la escenificación del futuro que quiere el pueblo, empezando por el derecho de expresión y de manifestación, la igualdad. Jóvenes y mujeres están demostrando que son capaces de crear este nuevo Yemen. Al mismo tiempo es importante subrayar el papel de la sociedad civil internacional, la única que puede recoger, denunciar y amplificar lo que pasa en mi país.

Dicen que Saleh la amenazó por teléfono. ¿Eso es cierto?

— Sí, me ha amenazado y sigue haciéndolo, y lo hace con mucha más gente. Amenaza, tortura, mata. Pero no tengo miedo. No dejo a mi pueblo. Volveré por nuestra sociedad.

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