La demanda de una educación islámica en Inglaterra crece rápidamente ante la preocupación de algunas autoridades locales debido a la insuficiente regulación que hay al respecto
La academia islámica Manara opera sólo tres mañanas a la semana y sus alumnos están registrados como educados en casa.
A eso de las ocho de una mañana corriente de otoño, una madre prepara el desayuno para su hijo pequeño en la cocina de una casa modesta en una finca privada de Leicester. Suena el timbre. Fuera, una serie de automóviles y vehículos familiares van aparcando y de ellos van saliendo grupos de niños, todos en sus ropas tradicionales.
Sobre las 8:30, 26 niños -algunos de ellos apenas llegan a la edad suficiente para la escuela, otros casi adultos- se disponen en filas apretadas, en una habitación interior pequeña, para realizar la oración matutina que recitan en árabe y en Inglés. A las 9:30, la sala se ha convertido en una clase infantil, el comedor ha sido tomado por los estudiantes de primaria y, en el salón, niños y niñas de 7 y 8 años preparan sus trabajos de geografía en un suelo escalonado.
A esa ahora, las madres ya han desaparecido y Fátima D'Oyen, directora del centro, se ha hecho cargo de todo con su pequeño equipo de trabajadores.
No hay duda de que el centro Manara es una institución educativa muy inusual. Pero también forma parte de una nueva tendencia. Aunque el número de escuelas islámicas todavía es pequeño -unas 140 en el último recuento, sólo 12 de ellas financiadas por el estado- está creciendo rápidamente. Alrededor de 60 de estas escuelas se han abierto en los últimos 10 años, varias en el último par de meses. Y la demanda de los padres parece ser enorme -una escuela de Birmingham ha recibido recientemente 1.500 solicitudes, cunado sólo cuenta con 60 plazas. Por lo menos cinco escuelas islámicas han solicitado recientemente ser escuelas independientes, aunque de momento sólo uno ha sido aprobada.
Manara es una de las dos escuelas islámicas que se han abierto en Leicester este otoño y actualmente opera sólo tres mañanas a la semana. Sus alumnos están inscritos bajo el régimen de "educados en casa".
Dado que en dicha institución se opera solo a tiempo parcial, no tienen la obligación de registrarse como "escuela" en el Ministerio de Educación. Pero el aumento del número de escuelas islámicas ha suscitado algunas inquietudes. El Ayuntamiento de Leicester ha pedido orientación nacional para garantizar que los padres que envían a sus hijos a "escuelas flexibles" como Manara puede estar seguros de que el personal está libre de antecedentes penales y de que sus edificios son seguros. Sin embargo en algunas zonas se han abierto escuelas a tiempo completo sin estar registradas, lo que significa que no hay un control sobre la idoneidad de su personal o la calidad de su plan de estudios.
D'Oyen pretende abrir y registrar una escuela a tiempo completo el próximo año escolar. Hasta hace poco, era la directora de otra escuela islámica en Leicester, pero la dejó a principios de este año y decidió comenzar su propia escuela. Pronto se descubrió que las formalidades requeridas eran mucho más complicadas que en su país natal, EE.UU., donde había ayudado a establecer una escuela de esas características en Nuevo México.
"El Ministerio de Educación lo quería todo listo con seis meses de antelación, además de un plano del edificio, que quería venir a inspeccionar", dice. "Querían revisar nuestros planes de estudios en detalle y nosotros queríamos estar abiertos en septiembre. Así que legalmente ofrecemos un servicio de clases particulares, como una escuela complementaria, pero durante el día".
A pesar del escenario tan poco convencional, D'Oyen fue invitada a tomar el té con la familia que vive aquí y se apoderaron de la idea de que la casa podría convertirse en una escuela. Los niños se ven contentos y el programa de estudios es variado. Manara está experimentando con los métodos de enseñanza Montessori. La educación religiosa incluye discusiones morales y personales, así como el estudio del Corán. El tiempo dedicado por muchos niños a aprender el Corán en las madrasas -a menudo 10 horas a la semana o más- puede robarles su infancia, afirma D'Oyen, y espera ofrecer una alternativa más humana. Los alumnos aprenderán acerca de botánica y tecnologías alternativas, también tendrán acceso al jardín, que se utiliza como un aula al aire libre.
"Nos gustaría enseñar a lo largo de la mañana algún tipo de educación islámica y luego por las tardes los niños tendrían más posibilidades de elección de actividades como arte y educación física, entre otras cosas", dice D'Oyen."Queremos que los niños tengan creatividad en sus vidas, y que puedan desarrollar sus habilidades".
Ella no ve ninguna dificultad en encontrar alumnos, pues "otra escuela islámica de Leicester ya tiene cinco solicitudes por cada plaza". La demanda de los padres musulmanes para una educación fuera de la corriente es cada vez mayor, dice.
Otros, en el mundo musulmán, están de acuerdo con ella. Dr. Ghayasuddin Siddiqui, fundador del Instituto islámico thinktank, dice que hay un creciente sentimiento entre los padres musulmanes de que las escuelas regulares no están sirviendo bien a sus hijos: "Si las escuelas se centraran en elevar los niveles estandar y en asegurar una cierta disciplina, creo que la mayoría de la gente no tendría ningún problema", dice. "Pero más y más padres están preocupados por la calidad de la educación, y sobre todo por la falta de disciplina".
Sin embargo, en algunas zonas, se han producido situaciones que han causado preocupación. Un director en el norte de Inglaterra, quien pidió no ser identificado, describió cómo una escuela islámica se había abierto hace dos años sin permiso frente a su propia escuela primaria. "Funcionó durante unos seis meses sin registro, y luego se vio obligada a cerrar. No pasó mucho tiempo antes de que se registrara y volviera a abrir de nuevo ", dice ella. "Algunas encantadoras señoras vinieron a verme y me pidieron ver lo que estaba sucediendo allí". Pero tengo que decir que me pareció muy preocupante, muy divisivo. Ella, formada como inspectora de Ofsted dijo que no creía que la escuela hubiera sido autorizada a operar en el sector estatal. Sus edificios, incluso después de la renovación, no eran adecuados, dijo, y su plan de estudios era demasiado estrecho, con cada lección vinculada, de alguna manera, al Corán o la vida del profeta Muhammad.
La Asociación de Escuelas Musulmanas, creada hace 20 años para apoyar al -entonces pequeño- grupo de instituciones, reconoce que en respuesta a una creciente demanda de educación islámica, una serie de escuelas de tiempo completo se han abierto, sin formalidades.
"El Ministerio de Educación está en contacto permanente con nosotros, y ellos nos dicen si alguien opera o no sin registro", dice Mohammed Shazad, el director de la asociación. "Hay que subrayar la importancia del registro, pues las autoridades locales tienen que saber dónde están los niños, por motivos de seguridad. Nos oponemos enérgicamente a funcionar sin registro".
Pero no es de extrañar que haya algunos incumplimientos, añade; el Reino Unido tiene dos millones y medio de musulmanes, y el número está aumentando rápidamente. La mayoría tiene entre 13 y 25 años de edad. Una escuela islámica de gran prestigio, la escuela Al-Hijrah de Birmingham, ha introducido un sistema de "sorteo" para asignar las plazas, ya que hay hasta 25 padres de familia compitiendo por cada una de ellas.
En Leicester, el ayuntamiento prevé un aumento del número de "flexi schools" como la de Manara, y ha pedido al Gobierno abordar la cuestión. "Se prevé que esta forma de educación pueda llegar a ser más común, por lo que la autoridad local ha pedido al Ministerio de Educación que considere, a nivel nacional, la orientación de padres y proveedores en torno a la calidad del suministro, incluyendo controles de antecedentes penales, salud, seguridad y permisos", se dijo en un comunicado.
Así, el Ministerio acogió favorablemente el compromiso de Leicester de trabajar con los educadores en casa, pero no respondió a la pregunta de si debe haber una mayor regulación en el sector.
Sin embargo, para Fátima D'Oyen, el camino parece claro. El inspector de hogares dedicado a la educación le hizo una visita este mes, y quedó impresionado al parecer. Los intentos aun mayores de regular el sector serían contraproducentes, sostiene. "Mi visión de este asunto es que se puede confiar en que el 95% de los padres hacen lo mejor para sus hijos", dice. "No creo que sea posible o deseable tratar de regular, sobre todo si el deseo de hacerlo proviene de una forma de racismo o de un exceso de paternalismo. La realidad es que la mayoría de los musulmanes que trabajan o colaboran con las escuelas islámicas, ya sea a tiempo parcial o tiempo completo, complementarias o no con el sistema oficial, lo hacen por un sentido de altruismo y el deseo de ayudar a que los niños reciban una buena educación".
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